Huelma fue declarada conjunto Histórico- Artístico en 1971. Pueblo con una mezcla entre culturas que merece la pena conocer. Por ello, os proponemos dos rutas para recorrer la localidad.
Ruta: Casco histórico
Partimos de Plaza España, presidida por el Ayuntamiento, remodelado hace algunos años. En el centro de la misma, hay gran fuente y también un punto de información. Dentro de este emplazamiento se encuentra una de las casa más antiguas de la localidad, la Casa de los Martos, y en su fachada sur se haya restos de los últimos escudos nobiliarios de Huelma, se trata del Blasón de Armas del Linaje de los Martos, junto a dos pebeteros ardientes a los lados.
Nos adentramos en el casco histórico subiendo por la pintoresca y empinada calle Umbría, continuamos por Travesía de la Virgen, al final de esta, nos encontramos con un camino que nos lleva al Castillo de los Duques de Alburquerque.
1. CASTILLLO DUQUES DE ALBURQUERQUE.
En el siglo VIII se establecieron en Walma (Huelma) los antepasados de los Banu Yuzayy, una ilustre familia granadina, quienes, a la caída de los almorávides, se convirtieron en señores de Jaén durante algún tiempo. Durante la dominación islámica y, sobre todo, entre la segunda mitad del siglo XIII y mediados del XV, Huelma fue plaza fronteriza y avanzadilla para el Reino Nazarí de Granada en tierras de Jaén. Durante estos dos siglos participó activamente en la guerra de frontera. Pasó con frecuencia de manos nazaríes a castellanas y viceversa. Hasta que, en 1438, la rindió Don Íñigo López de Mendoza, señor de Hita y de Buitrago, Capitán Mayor que era de la frontera y primer Marqués de Santillana. No obstante, en 1465, el Marqués de Santillana cedía sus privilegios sobre Huelma a su yerno, Don Beltrán de la Cueva, y este, a su vez, a su padre, Don Diego.
Don Beltrán de la Cueva, trató de construirse en Sierra Mágina un señorío. El castillo que preside la población se construyó en este momento. De esta manera la villa pasó a ser uno de los centros desde los que los partidarios del Rey Enrique IV y aliados del Condestable Iranzo combatieron a la nobleza levantisca. Tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos esta villa de señorío entró en un periodo de estabilidad política que combinado con la empresa de roturación de tierras y repoblación propició una etapa de expansión económica y con ella la consolidación de la población. Huelma comenzó a revestirse de todo lo que caracteriza a una villa de cierta importancia. En 1530 comenzaba la construcción del templo parroquial, uno de los más monumentales del quinientos en la provincia.
Durante la invasión francesa el castillo fue ocupado por el general Sebastián, que le prendió fuego antes de abandonarlo. Posteriormente, el Duque de Sexto, titular del Ducado de Alburquerque y del Condado de Huelma, financió en parte la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII, lo que le obligó a vender algunas de sus fincas, incluida aquella donde se ubicaba el castillo de Huelma, que fue adquirida por un labrador acomodado de la localidad, a cuya muerte el castillo quedó repartido entre dos herederos (la mitad a cada uno).
En 1954 y 1957, don Bernardo Moreno Quesada adquirió la propiedad de ambas partes, convirtiéndose así en propietario único del castillo, donándolo al pueblo de Huelma en 1989.
Se trata de un castillo de corte renacentista situado en las afueras del casco urbano, construido, probablemente, por el señor de la villa, el duque de Alburquerque, en la primera mitad del siglo XVI. Es de planta cuadrangular, dotado de cuatro torres cilíndricas, una en cada esquina, unidas entre sí por paños de muros y una puerta abierta en un arco de medio punto a nivel del suelo. Los dos grandes torreones del lado Sur están dotados de buzones para la artillería distribuidos en al menos dos alturas. En el ángulo Oeste se apoya directamente en un gran peñasco, cortado a pico, que supone en sí mismo una poderosa defensa.
El castillo se construyó, según los datos documentales que se tienen de él, sobre el antiguo castillo musulmán que fue destruido para este fin. En el cerro en cuya cima se sitúa la actual fortaleza hay abundantes restos de una antigua población musulmana, que los documentos del siglo XVI denominan “la villa”, que se despobló a mediados de ese siglo.
Se conservan, algunos lienzos de murallas y dos torreones de las mismas, situadas a media ladera, construidas en mampostería concertada en hiladas. También se conserva otro pequeño trozo de muro construido aprovechando una roca y otros restos de muros destruidos por la construcción de la carretera que une a Huelma con Montejícar. Aunque los restos que quedan no son suficientes para poder reconstruir el perímetro original de la villa.
En el interior del castillo se conserva un gran aljibe, cimentado en la roca que ocupa casi por completo la totalidad del espacio interior del castillo. Está construido en hormigón muy duro y denso grosor. El aljibe original conserva señales de haber sido reutilizado en varias ocasiones. Probablemente en la época en que se construyó el castillo cristiano, al aljibe se le quitó la bóveda y se arrasó su superficie.
En todo lo largo de la pared Noreste se horadaron en el hormigón asientos para vigas que debieron de servir como suelo de una planta alta del castillo, situada por encima de la puerta principal de acceso, y de la que al aljibe servían de base.
A parte de este aljibe y de las escaleras y aterrazamientos que salvan los desniveles del interior, no hay otras construcciones.
Más arriba, cerca del actual castillo, se conservan otros muros, que debieron pertenecer a la alcazaba musulmana que delimitan una planta poligonal, que claramente no tiene nada que ver con el castillo del siglo XVI, ni por la orientación de los mismos ni por su factura: aunque construidos también en mampostería, tanto el tipo de piedra utilizada como la argamasa son distintos.
Saliendo del Castillo, a mano derecha a unos 250 metros aproximadamente nos topamos con el Lavadero Público “El Chopo”.
2. LAVADERO PÚBLICO “EL CHOPO”.
Es un edificio que data de principios del siglo XX compuesto por dos grandes pilas para lavar la ropa. Este lavadero se cubre con una preciosa cubierta a dos aguas de vigas de madera. Desde la antigüedad, los lavaderos se ubicaban junto a pozos, cursos de agua, albercas o manantiales.
El trabajo del lavado de la ropa se realizaba fundamentalmente por las mujeres. Estas subían las prendas en canastos de mimbre. Una vez dentro del lavadero, usaban primero la pila más alejada del caño de agua, para frotar con jabón casero y quitar la suciedad de sus prendas. En la actualidad se puede observar como los laterales de la pila están desgastados de su uso. También se usaban unas tablillas de madera para frotar la ropa.
Una vez limpia la ropa se aclaraba en la pila superior y se tendía en el exterior. Este proceso llevaba varias horas de trabajo, lo cual fomentaba las relaciones sociales entre las mujeres.
Junto a El Chopo se dispone una alberca formada por grandes sillares labrados del siglo XVI que se encargaba de proporcionar el agua a la villa de Huelma, bien para consumo o bien para el riego de huertas.
Volvemos al casco histórico a través del mismo camino que hemos estado siguiendo de aquí para atrás hasta volver a incorporarnos de nuevo a Travesía de la Virgen, bajamos por ella y a la izquierda se encuentra calle Ancha que nos da acceso al emplazamiento donde se ubica la Iglesia Inmaculada Concepción.
3. IGLESIA INMACULADA CONCEPCIÓN.
La Iglesia Inmaculada Concepción es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura religiosa del siglo XVI de toda la provincia. En su construcción participaron casi todos lo más grandes artistas de la época que trabajaron por la zona: Diego de Siloé, Juan de Maeda, Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo “el viejo” y “el Mozo” entre otros.
El templo fue levantado sobre otro anterior, comenzando las obras de construcción en 1530 por Diego de Siloe, al frente de las obras en esta primera fase constructiva estuvieron Francisco del Castillo “El Viejo” y Domingo de Tolosa.
La obra estaría inicialmente proyectada para una capilla mayor rectangular, cubierta con una bóveda de medio cañón con casetones, tres naves con bóvedas góticas separadas por pilares cuadrados sobre grandes basamentos coronados con entablamentos y con medias columnas adosadas con capiteles de acanto y figuración antropozoomorfas.
En la bóveda se puede apreciar un casetón de color más oscuro que el resto. Este casetón es de madera a diferencia del resto que son de piedra caliza. En otros tiempos y en días muy señalados, se abría junto con otro de iguales características y en disposición simétrica, permitiendo el paso de los rayos solares que incidían directamente sobre la mesa del altar.
En 1559 ya se había construido la capilla mayor y el primer tramo de la nave central; la dirección de obra la toma ahora Andrés de Vandelvira y cambia el planteamiento inicial proyectado. En esta segunda fase encontramos a Francisco del Castillo “el Joven” en los trabajos a pie de obra. Los cambios introducidos por Vandelvira afectaron a los tramos restantes: se igualan las naves en anchura y altura, entre los contrafuertes se sitúan capillas, las nervaduras iniciales de las bóvedas se cambian por vaídas, los pilares, con semicolumnas y retropilastras corintias, son ahora cruciformes y con una modulación más clásica, a semejanza de los empleados en las catedrales de Baeza y Jaén, es decir el templo pasa a ser una “iglesia de salón”.
En 1575, año de la muerte de Andrés de Vandelvira, la fábrica estaba bastante avanzada, pero quedaban por terminar algunas bóvedas y los exteriores con las portadas, la sacristía y la torre de campanas. Ahora figura como maestro mayor de la fábrica Francisco del Castillo “El Joven”, que estará al frente de la misma hasta su muerte en 1586. Bajo su supervisión se labraron la bóveda central, con un programa escultórico finalizado por Marcos Hernández en 1584, y otras cinco decoradas con motivos geométricos propios del manierismo, destacando la tercera decorada además con las armas del prelado giennense Francisco Sarmiento de Mendoza.
Las tres últimas bóvedas ya no son de piedra, sino de ladrillo, y fueron rematadas después de la muerte de Castillo junto con la sacristía, cuya disposición en “L” nos recuerda la solución planteada por Vandelvira en las dependencias de la catedral de Jaén.
Los exteriores, obra de Castillo “el Joven”, presentan uno de los alzados más elegantes construidos en el siglo XVI dentro de la arquitectura religiosa andaluza. Castillo “El Joven” introduce en estos exteriores modelos de la arquitectura civil tomados de los tratados de arquitectura de Sebastián Serlio. El ritmo de este alzado está marcado por las pilastras corintias colocadas en los dos pisos, por los ventanales adintelados con frontones triangulares y por la portadas, destacando la sur, igualmente adintelada y coronada por gran frontón triangular y flanqueada con hornacinas. Heráldica, mascarones, guirnaldas, molduradas cornisas y otros elementos del repertorio manierista completan la belleza del conjunto, finalmente ultimado ya dentro del siglo XVII con una gran torre de campanas, en cuyo segundo cuerpo luce el escudo del obispo Moscoso y Sandoval (1619-1646). El templo de Huelma -como apunta Rafael López Guzmán- “muestra perfectamente la evolución estética que se produce en el Reino de Jaén durante el siglo XVI; además de contar, en su realización, con los maestros más sobresalientes del momento”.
Del importante conjunto de bienes muebles que este magnífico templo fue adquiriendo a lo largo de los siglos, apenas queda nada, pues fueron totalmente destruidos en la pasada Guerra Civil (1936-1939). Sabemos documentalmente que en la capilla mayor había un buen retablo trazado a fines del siglo XVI por Sebastián de Solís, que contó con la colaboración del escultor Cristóbal Téllez y del ensamblador Blas Briñón. Hoy dicha capilla luce un retablo pintado por Juan Almagro (Pegalajar, 1886-1965), siendo de mérito una talla de un Resucitado. De cierto valor es un lienzo de escuela granadina de la Inmaculado Concepción, obra anónima del último tercio del siglo XVII.
Continuamos con nuestra ruta, justo en frente de la Plaza de la Iglesia, podemos observar el Centro de Interpretación de “El Pajarillo”.
4. CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE “EL PAJARILLO”.
El Antiguo Cabildo y posterior Cárcel, es una de las edificaciones más bellas del casco histórico, el cual actualmente es el Centro De Interpretación “El Pajarillo” y del que se conserva original una pared y la fuente que está adosada a la misma.
En la fachada principal albergar una réplica exacta de las esculturas y santuario ibérico halladas en un olivar en el Cerro de El Pajarillo.
En un futuro, el uso de este espacio está dentro del proyecto musealización del Santuario Ibero del Pajarillo.
El yacimiento arqueológico se encuentra situado en el margen izquierdo del Río Jandulilla con una superficie de aproximadamente cinco hectáreas. Cronológicamente tiene una limitada secuencia que se inicia con el siglo IV a.C., pero que no avanza mucho más allá de la mitad de ese mismo siglo. El conjunto escultórico descubierto en este lugar se conserva actualmente en el Museo Provincial de Jaén donde forma parte de la colección permanente y puede ser visitado. Está formado por las siguientes esculturas realizadas en piedra caliza:
En primer lugar hay que destacar dos parejas de animales: dos leones y dos griphos que sin participar activamente en la escena principal representada pero sirviéndo de marco escenográfico, ayudan a explicarla. Las esculturas de leones son piezas complementarias, que se interpretan como elementos que flanquearían ambos lados de la escalera de acceso al interior del monumento. La talla incompleta y la superficie voluntariamente rugosa de uno de los lados de cada figura, parece reafirmar esta propuesta.
Estas piezas siguen los modelos de felino característicos del mundo ibero, si bien con algunos rasgos propios. Aunque faltan ambas cabezas, éstas debían mantener la frontalidad tan habitual en la estatuaria ibera. Por el contrario el cuerpo, que en el s. V a.C. suele ser liviano, esquemático y de extremidades finas, pasa a tener aquí un mayor volumen, apreciándose un claro estudio de los músculos y de la invisible estructura ósea. La pesadez del cuerpo, sin indicios de movimiento, revela que los felinos no están implicados en la escena principal. Sin embargo, su presencia dota al conjunto y al propio edificio de un carácter especial, relacionado con los más altos valores jerárquicos.
Los ejemplares de gripho están también fragmentados. Son griphos con pico de rapaz y cuerpo de felino, como lo indica la boca sin dientes y el arranque de las patas delanteras. Carecen de los rizos propios de los ejemplares antiguos, y sin embargo se resalta fuertemente una cresta longitudinal, a modo de crinera. La novedad es que se trate de una pareja, lo que hace pensar que éstos pudieron flanquear algún acceso o, más probablemente, situarse enmarcando la escena principal. Su presencia nos remite a un mundo fantástico que proclama lo excepcional de la acción representada y el carácter heroico del protagonista.
Hay una vinculación aquí con el mundo funerario, en el que habitan estos monstruos, y que probablemente dota a la representación de un carácter mítico y atemporal.
En la escena central destaca en primer lugar la gran cabeza de un carnívoro que, por tamaño y morfología, se ha atribuido a un lobo, animal cuya iconografía monumental es escasa, y en general se difunde más a partir del s. IV a.C. Otras figuras en El Pajarillo pueden considerarse también como carnívoros, pero tienen un tamaño claramente inferior al del lobo. Podrían interpretarse, por tanto, como perros o como lobeznos.
En este mismo grupo y junto a la cabeza del lobo, apareció una de las dos esculturas humanas del santuario. Se trata de un varón desnudo con el sexo claramente indicado que por sus propias características y por su tamaño relativo hay que identificar como un niño o un joven.
La segunda figura humana parece ser la que domina toda la escena. Es un personaje masculino vestido con túnica corta y cubierto por un manto que recoge sobre la mano izquierda para protegerla. Con la derecha ha echado mano a la falcata que lleva en el cinto y se dispone a sacarla para afrontar un peligro. La vestimenta del personaje es típicamente ibérica, con un estudio muy cuidadoso de los pliegues y de su diferente respuesta sobre telas de categoría diversa. El único adorno son las cintas que cruzan sobre su pecho y que identifican a los personajes de alto rango y prestigio. Esta vestimenta parece indicar que su lucha es contra una fiera y no contra un guerrero por lo que se prepara con aquellos elementos que resultan imprescindibles. El estudio anatómico realizado por el escultor es manifiesto: la muñeca se dobla ligeramente para adaptarse a la orientación de la falcata y que ésta no se atasque en la vaina. Esto provoca la tensión de ciertos músculos del brazo, perfectamente captada. Las piernas se separan adelantándose la izquierda para emplearla como pivote en el movimiento y apoyo del peso del cuerpo. Las piernas van protegidas por grebas lo que es un indicio de que el enfrentamiento era previsible. Esta postura se remite a los modelos que el arte mediterráneo reserva a los que combaten contra los opresores. Los héroes suelen ir desnudos, protegidos sólo por el manto sobre el brazo izquierdo. El personaje ibero, sin embargo, viste los atuendos propios de su alto rango, con la sola alusión a la desnudez en los genitales que se representan bajo la túnica.
El monumento se ha interpretado como la representación y la legitimación del poder aristocrático que controla un territorio que excede el hinterland directo de un oppidum, Ubeda la Vieja (Iltiraka) en este caso. La ausencia de poblamiento estable en un amplio espacio indica que lo que se pretende con la ubicación del monumento era señalar los límites del espacio controlado y ello se hizo en el sitio más adecuado: en la entrada misma del valle, allí donde el paso era más angosto y por donde necesariamente era obligado circular. De este modo, la propia simbología del grupo escultórico que coronaba el monumento debe ponerse en relación con la colonización. La idea de controlar lo desconocido, lo misterioso, de dominar la naturaleza no controlada, realza el papel social de la dirección sociopolítica de la colonización.
En la actualidad, es un espacio destinado a exposiciones y presentaciones de interés cultural.
Nos dirigimos a través de Calle Mesón hacia Plaza Nueva, de la que se tiene constancia desde 1846. Ha sufrido diferentes cambios y en la actualidad es un área recreativa donde se realizan diversos eventos a lo largo del año.
Para finalizar nuestro recorrido, seguimos por la calle de Santo donde se sitúa la Ermita de San Sebastián y la Fuente del Santo, del s. XVI.
5. ERMITA DE SAN SEBASTIÁN Y “FUENTE DEL SANTO”.
Conocido popularmente como El Santo, esta ermita tiene como advocación a San Sebastián Copatrón de Huelma que ocuparía la Capilla Mayor y que ha albergado históricamente otras advocaciones que procesionaban desde allí en Semana Santa : San Juan, La Dolorosa, La Verónica o el Santo Sepulcro.
En el siglo XVI tuvo gran relevancia por su cofradía la cual tenía mucha importancia como demuestran los numerosos testamentos de la época.
A finales del siglo XVIII en 1981 el Alcalde de Ogayar solicita al obispo que le ceda la ermita de San Sebastián para habilitarla como hospital de pobres debido a la proliferación en esta época de enfermedades contagiosas que requerían aislamiento, ya que San Sebastián es una advocación protectora contra la peste y la enfermedades contagiosas, y es por eso que la encontramos ubicada en un promontorio natural, el más alto de la población, protegiendo desde esa altura a todos los vecinos de Huelma.
Originalmente su planta fue de cruz latina, pero hoy día esta ermita conserva la nave central cubierta con bóveda y la puerta principal de acceso, situando la Capilla Mayor orientada al nacimiento del sol y los pies de la misma a su puesta.
La portada en su fachada norte es adintelada y tallada en piedra de cantería. En la parte central del dintel aparece un óvalo con la inscripción IHS que corresponde a la abreviatura del nombre de Jesús en letras griegas mayúsculas: IHSOUS. A ambos lados de esta inscripción central encontramos una decoración con formas geométricas (rombos) y adornos florales. Estas flores bien podrían ser girasoles, plantas que se han considerado siempre talismanes contra la peste y enfermedades contagiosas además de servir para ahuyentar a las brujas.
Pasó a manos privadas a finales de este siglo en una de las últimas desamortizaciones habiendo sido propiedad de varios vecinos.
Está considerado como inmueble protegido, ya que cambió su uso a principios del siglo XX para ser un almacén de chatarra, por lo que su estado de conservación es alarmante.
La imagen de San Sebastián fue quemada durante la Guerra Civil y pasados unos años después de terminada esta, fue donada otra imagen por Don Sebastián Amaro, la cual ha estado en su capilla hasta los años noventa cuando desapareció durante una remodelación de la misma.
En las fiestas de Semana Santa esta ermita estaba dentro del recorrido tradicional de penitencia de todas las cofradías y hermandades.
Junto a la misma, en su fachada oeste y a sus pies encontramos adosada una fuente del siglo XIX, entre dos de los grandes contrafuertes que sujetan la cubierta. Inicialmente situada en plaza Nueva, pero que se trasladó a este nuevo emplazamiento, la cual es popularmente conocida por “Fuente del Santo”, siendo ejecutada en piedra de cantería.
Ruta: Llano de San Marcos
Partimos de Plaza España, paseamos por la conocida Calle Cabezas, continuando por Calle Fuente Nueva, en ella nos encontramos con una de las numerosas fuentes del municipio y llegamos al Jardín de la Constitución.
1. JARDÍN DE LA CONSTITUCIÓN.
Sobre él se erige un monumento a la Constitución de 1978 en la confluencia de los paseos centrales, obra del arquitecto José María Ibáñez López consiste en una plataforma elevada, a la que se accede mediante escalones que aloja cuatro columnas, tres de hormigón que representan a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial y una de mármol blanco con capitel corintio que representa la corona, todas enlazadas mediante una celosía metálica.
Es un lugar de referencia, ha sido el espacio donde varias generaciones de huelmenses han jugado de niños, se han reunido de jóvenes y han descansado de mayores. Desde sus orígenes y aún hoy sigue siendo punto encuentro.
Seguimos nuestra ruta hasta llegar a calle Virgen de la Fuensanta donde nos encontramos la Iglesia con el nombre de la Patrona, construida en 1968.
Nos dirigimos a Avenida Federico García, llegamos al final de esta y nos topamos con la Cruz en el camino del Cementerio.
2. CRUZ EN EL CAMINO DEL CEMENTERIO.
La imagen actual de este hito urbano data de los años setenta del s. XX, ya que su construcción se realiza con elementos procedentes de distintas ubicaciones urbana. No obstante, su presencia sirve para recordarnos una serie de cruces que punteaban los límites históricos de la población o que sacralizaban distintos espacios, las cuales fueron desapareciendo paulatinamente a lo largo del siglo pasado. Sus nombres eran: del Soto, del Barrio, del Santo, del Llano, del Cuarto y de la Fuente Seca.
Seguimos disfrutando de nuestra ruta paseando por Avenida Federico García Lorca, Calle Doctor Quesada y Calle Andrés Vandelvira hasta finalizar en el Parque y Recinto Ferial.